SERIE : A VISTA DE DRON – 30. Las Hoces del Diablo

(Un viaje de altura por pueblos de La Sierra de Ancares y El Bierzo)

Con cada nueva llegada a este espectacular paraje localizado en el término municipal de Candín, las más dulces emociones se despiertan en nuestro interior, sabemos que es la antesala de nuevos y agradables momentos en la estación estival. En la imagen la carretera comarcal LE-4211 pasando al lado de los prados desde donde accederemos a las Hoces, todavía no visibles por la abundante maleza a ambos lados del río Ancares.

Al final de la estación seca los verdes prados se tornan rápidamente amarillentos ante la inusual y desmesurada evapotranspiración que está sufriendo el planeta en las últimas décadas.

El inicio de las Hoces ya sobrecoge con su belleza, si además en un alarde de valentía nos sumergimos en sus cristalinas, pero siempre gélidas aguas, la experiencia, en su conjunto, será difícil de olvidar.

El cauce del río Ancares con la apariencia de mármol blanco no deja de sorprender a sus aventureros visitantes.

El último tramo río abajo nos invita a darnos un buen baño en sus profundos y serenos pozos.

Durante el duro invierno su aspecto cambia radicalmente, no solo por su voluminoso caudal, sino por vívido color de los verdes prados que las circundan gracias a las copiosas lluvias otoñales.

El punto donde se inician las Hoces río abajo en el que podemos apreciar el brillante reflejo de las húmedas paredes en las primeras horas del día.

Apariencia de este hermoso rincón en el invierno, con su cauce colmado de rebeldes y ruidosas aguas.

Detalle de uno de sus tramos con uno de sus mayores flujos.

Una vista más con los prados al fondo río arriba.

Las Hoces desapareciendo entre las últimas montañas del estrecho que durante milenios las han conformado.

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